Estrenamos el año –¡feliz 2017 a todos!– con sección nueva en nuestro blog. Hace tiempo que le damos vueltas al tema de las leyendas urbanas relacionadas con la audiología y los audífonos, y hemos decidido dedicar un espacio a desmentir –o confirmar– algunas de estas fábulas. Arrancamos hoy con tres de las más clásicas y periódicamente iremos resolviendo nuevas leyendas que se han ido extendiendo en nuestro sector a lo largo de los años.

Los perros no soportan los audífonos, por eso se los comen”

Es cierto que algunas frecuencias que emiten los audífonos son muy molestas para los perros, pero no se comen los audífonos por esta razón. Ante el pitido de un audífono, los perros suelen reaccionar huyendo para dejar de oír ese ruido, no atacando la fuente del ruido que les fastidia. Sin embargo, el olor del cerumen que desprenden los moldes hace que los audífonos sean una presa apetecible para un perro, asociándolos a algo comestible. Y, como son aparatos bastante delicados, raras veces se pueden arreglar una vez han pasado por la boca de un perro. Así que, si tienes perro, te recomendamos que te acostumbres a dejar tus audífonos en lujares elevados o cerrados, lejos de su alcance.

¿Las personas con sordera total llevan audífono?”

No, la sordera total no requiere audífono –del mismo modo que una persona ciega no lleva gafas­–. La explicación es muy sencilla: lo que hace la audiología es aprovechar lo que conocemos como los “restos auditivos” de la persona con pérdida de audición, emitiendo y amplificando, con el audífono, sonidos en las frecuencias en las que aún oye. Por eso, a las personas que no les queda nada de audición, los audífonos ya no les sirven.

Cualquier tipo de audífono es compatible con los espacios públicos accesibles para usuarios de audífonos”

Otra leyenda urbana que nos vemos obligados a desmentir. Es cierto que existen espacios públicos, como teatros, adaptados para personas con audífono –los podréis detectar porque en la entrada tienen un logotipo cuadrado de fondo azul con una oreja tachada y una T, lo que significa que están equipados con un bucle inductivo en el techo–. Y también es cierto que, en estos espacios, la mayoría de audífonos analógicos y algunos de los digitales que mantienen las bobinas inductivas, reciben el sonido por electromagnetismo inductivo, lo cual mejora notablemente la comprensión del sonido. Pero hoy en día la mayoría de audífonos no llevan bobina, porque estas ocupan bastante espacio, lo cual es incompatible con la tendencia actual de miniaturizar los audífonos. O sea que la mayoría de audífonos digitales no pueden recibir el sonido por electromagnetismo inductivo. Eso sí, en todas las gamas existen audífonos con bobina, o sea que si te encanta el teatro y descubres que oyes mucho mejor con uno de estos audífonos, siempre tendrás la opción de comprarte uno, pero has de saber también que tenderá siempre a ser algo más grande que los otros que te puedan ir bien.

Y hasta aquí la primera edición de leyendas urbanas. Ya sabes que, si aún te quedan dudas sobre audiología y los audífonos, puedes visitar a tu audioprotesista siempre que lo necesites. O revisar posts del 2016 de este blog: quizá encuentres la respuesta que buscas.